¡Identifícate viajero!

Escribe: Gauranga Pérez Rivas

Mi emoción era perfectamente palpable. Era la primera vez que conscientemente salía de Lima después de dieciséis años. Salvo el horripilante paso por el Serpentín de Pasamayo, poco o nada me importaban las ocho horas de viaje o lo estrecho que era mi asiento en el bus. Por fin me iba a dar el lujo exquisito de conocer parte de mi país en persona. El destino escogido, luego de días de un diálogo angustioso, iba ser Huaraz.

Afamada por su belleza natural y turismo histórico, esta ciudad no tuvo problemas en ser la opción ganadora. Yo sabía que, por mi inexistente experiencia turística, iba ser hechizado de alguna manera en Huaraz. Lo que no anticipé fue la intensidad ni la cantidad inesperada de veces que quedé boquiabierto por tanto derroche de paisajes, muy ajenos a mi vida monótona en Lima. Los cerros verdes, los ríos y lagos, la pureza del aire y la vista majestuosa del Huascarán; todo conspiraba perfectamente para que mi estadía sea inolvidable. Vaya que lo fue.

Es altamente probable que tú, aprovechando lo que fueron las vacaciones generosas por la Cumbre APEC, te engreíste con una escapada turística a uno del sinnúmero de lugares preciosos que nuestro Perú tiene. Siguiendo tu ejemplo, contra viento y marea, y quizás muchas alcancías sacrificadas sin remordimiento, de seguro muchos peruanos y peruanas esta semana también tuvieron un viaje de que jactarse. Tú, ellos y yo nos sumamos a la lista creciente de desvergonzados turistas en serie que no desperdician ninguna excusa para satisfacer el hambre inacabable por la exploración del Perú.

Así es, viajar es ahora una realidad cada vez más común y accesible para los peruanos. Con decir que en los últimos dos reportes del “Perfil del Turista Nacional” de PromPerú se indica que, en el 2014, casi 4.5 millones de peruanos viajaron como turistas y, en el 2015, se llegó alrededor de 4.7 millones. Como vemos, atrás quedaron los fines de semana y feriados confinados a inacabables horas frente la tele; pues, hoy en día no se está bromeando si se discute a dónde se irá a pasar el tiempo libre.

Continuando con nuestro perfil como turistas, encontramos datos muy interesantes. Sobre le edad de los vacacionistas, se calcula que las personas entre los 45-64 años reflejan el 31%, seguidas por los de 35-44 años con 27%, los de 24-34 años con 25% y los más jóvenes, entre 18-24 años, con el 17%. Para los interesados, 63% de los viajeros están casados o tienen pareja y 37% son solteros. El 40% son varones y 60% son mujeres. El 78% buscó información sobre su destino antes de viajar y el 82% uso el internet para ello. 40% se hospeda en casa de familiares y amigos mientras que el 18% consigue alojamiento en hoteles de 1 a 2 estrellas, seguidos por 13% de quienes permanecen en un hostal y 12% que prefiere un hotel 3 estrellas. El 72% se traslada en ómnibus, 11% en avión, y el 9% en auto propio. En promedio, el 38% de viajeros se moviliza en familia (niños incluidos), 20% con amigos y familiares (sin niños), 11% con amigos y familiares (con niños), 19% viaja en pareja y 12% lo hace solo.

Sin duda tanto movimiento turístico genera beneficios al país. Económicamente, con aproximadamente 3 destinos que el peruano viajero realiza al año, y la bolsa de viaje que promedia los S/.500, estamos hablando de una ganancia anual de aproximadamente 2 mil millones de soles para el sector turismo. Esto se traduce en más trabajos y oportunidades de negocio en este rubro.

Sin embargo, el dinero, como dicen, es lo que menos debe importar.

La mayor ganancia es en lo personal, en la experiencia. Esto lo considero muy cierto porque, aunque el presupuesto se me evaporó y alcanzó a las justas, mi viaje a Huaraz no lo cambio por nada. Valió la pena cada sol que invertí y lo volveré hacer cuando la siguiente oportunidad se me insinúe.

Gran parte de estas experiencias viajeras las bautizo como la búsqueda de una mejor identidad. Como tal vez ya sabemos, viajar no es solo lo que se ve, como paisajes y monumentos, sino también lo que se siente y cambia en nuestro interior. Para ilustrar, cuando Cupido nos agarra de punto, muy aparte del físico de nuestra media naranja, nos interesa saber quién es, cómo piensa y cómo siente. Del mismo modo, como un enamorado o enamorada incurable, el viajante tiene la oportunidad de trascender lo obvio y llegar a la intimidad de conocer lo que se quiere. Eso sí, aclaro que no es mi pretensión decir cómo uno debe experimentar sus viajes o amar a su pareja; lo que quiero es compartir la importancia de la reflexión que podría elevar mucho más la satisfacción que se gana. Ya sea por un dato curioso, una anécdota jocosa o una experiencia inusual; estar atento a la gente del Perú que no conocemos abre un cofre repleto de tesoros incalculables y, en una sociedad tan fragmentada e insegura como la nuestra, saber realidades y pensamientos ajenos a Lima nos hace exactos y justos al hablar del Perú. A su vez, confío en que esto promete llenar ese vacío que muchos tenemos al querer definir qué es ser un peruano o peruana. Quizás tenemos una idea clara y concisa, pero experiencias como el viaje y la reflexión la hacen completa.

Si viajaste en la ansiada jornada vacacional que pasó, te envidio. Si no lo hiciste, te invito a prepararte para la siguiente oportunidad. No hay privilegio más noble que conocer tu Perú, por dentro y por fuera, como las palmas de tus manos y, mucho más importante, como el sentir de tu corazón.

¿Qué has aprendido del Perú en tus viajes?

   

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