Con ABUndante Amor

Escribe: Gauranga Pérez Rivas

Tenemos abuelitos que te roban carcajada y media con sus anécdotas, los que te enseñan con la experiencia, los que te consuelan en las malas y te miman hasta el desmadre. Por otro lado, siendo francos y justos, también están los que te aburren hasta la muerte, los que se vacilan por lo idiota nivel dios que eres en la vida, los que cachosamente te dicen “Ahí está pues ¿Para qué no me haces caso?” y aquellos cuya mayor muestra de afecto es resignarse a que eres su nieto o nieta. En fin, sean como sean, queribles o no tanto, los abuelitos ocupan un espacio en nuestras vidas y en nuestro país.

Por otro lado, los nietos tampoco se quedan atrás en su variedad. Existen los atentos, esos que separan un tiempo para llamar o visitar a sus patriarcas. También están los abnegados; los que, por puro amor y gratitud, cuidan de sus abuelitos. Luego, ya acercándonos al otro extremo, están los indiferentes; son los que simplemente no les interesan o se olvidan de ellos completamente, dándose cuenta de su error cuando, quizás, ya es muy tarde. Por último, están los abusadores, esos monstruos que con golpes e insultos les roban la felicidad de sus últimos años de vida.

Viendo estas diferencias inflamables, no cabe duda que este no es ni debería ser un tema ajeno. Pues esas personitas de pelo agrisado, cuerpos chupados y habla lentificada sienten y piensan.

Es así que, con nuestros “abus” como inspiración, nos embarcaremos a la búsqueda del tesoro de la felicidad plena para ellos. Les aseguro que, en el viaje, encararemos realidades y desnudaremos mitos; mientras que, con el “por qué” como brújula, hallaremos el premio mayor…el bendito “cómo”.

Preámbulos a un lado, vayamos a toda marcha al encuentro de nuestro primer punto.

Muchos erramos con respecto a la vejez. Nuestra idea, tal vez por haber sido niños en su momento, muy a menudo se sobreconcentra en el aspecto físico. Si bien es cierto que los cambios en el cuerpo son indudablemente visibles, estos están estrechamente conectados a otro tipo de cambios.

En eso están de acuerdo los expertos en el tema, quienes piensan que el inicio de la vejez es una etapa de cambios físicos, sociales y psico-emocionales. Veamos lo más trascendente:

FÍSICO

Generalmente en la vejez se experimenta una serie de complicaciones físicas y enfermedades. Entre ellas están:

  • La disminución de la agudeza de los sentidos de la vista, la audición el gusto y el olfato. El tacto, que comprende la piel, ve afectada su calidad con la aparición de arrugas, sequedad, manchas, entre otros.
  • Los huesos se vuelven más frágiles y vulnerables a las fracturas.
  • Las articulaciones se hacen más rígidas, lo que produce dolor con el movimiento.
  • El sistema cardiovascular bombea menos oxígeno en la sangre, lo que resulta en un declive de la resistencia y fuerza física.
  • El sistema respiratorio se ve afectado por el debilitamiento del sistema muscular y los tejidos pulmonares, lo que causa problemas como el enfisema, o insuficiencia respiratoria.
  • El sistema excretor se ve afectado por la incapacidad de los riñones de eliminar los desechos, lo que hace posible los problemas de incontinencia.
  • El sistema digestivo experimenta dificultades para el procesamiento de los alimentos.

A estas limitaciones se suman enfermedades relacionadas. Entre las más comunes están: La artritis y artrosis, la amnesia, Párkinson, presión alta, desnutrición por deterioro digestivo, demencia, osteoporosis, infartos, entre otros.

SOCIAL Y PSICO-EMOCIONAL 

Asimismo, los cambios sociales y psico-emocionales no pueden ser ignorados. Estos tres aspectos están firmemente interconectados. Veamos por qué.

El envejecimiento causa modificaciones en los roles que cumplen las personas en la sociedad. Uno de las cosas que más marca a una persona es la jubilación. Y es que, aunque no siempre sea el caso, un número significante de adultos mayores experimenta problemas por el hecho que ya no son empleables para la sociedad. Otro hecho resaltante es la tendencia a disminuir la vida social y el abandono del adulto mayor por parte de sus seres cercanos. Por último, está el fallecimiento del cónyuge es decir el esposo o la esposa

Obviamente el tipo de personalidad y la autoestima que uno haya tenido a lo largo de su vida influencia mucho cómo lidiaremos con los efectos psicológicos y emocionales. Sin embargo, es prudente señalar que los adultos mayores son propensos a sufrir de depresión, ansiedad y desánimo por cambios sociales ya mencionados. A su vez, mientras más deprimidos, ansiosos y desanimados estén, las enfermedades físicas de los abuelitos pueden empeorar como respuesta del cuerpo al estado psico-emocional. Además, esto puede abrirles la puerta a trastornos cognitivos como la pérdida de la memoria, problemas del habla y dificultades de la atención.

Como podemos apreciar hasta aquí, nuestros abuelitos tienen que batallar con muchos cambios problemáticos. Lamentablemente, la actitud de la sociedad peruana no los ayuda. Ya sea por los chistes de viejos, la falta de respeto, los atropellos del Estado; todo contribuye a la mala calidad de vida del adulto mayor.

Entonces ¿Qué podemos hacer para ayudar?

Para empezar debemos querer y valorar a nuestros propios abuelitos. Para ello es importante saber cómo es que deben ser tratados en casa.

Entre los consejos para ayudar a mantener su salud mental están:

  • Respeta sus derechos y deberes. Ninguna persona, ni sus capacidades deben ser discriminadas por la edad
  • Apoya su autonomía en la toma de decisiones. En lugar de imponer lo que creemos correcto, hay que escucharlos para saber qué desean.
  • Evita sobreprotegerlos. Les es irritante que les traten como niños.
  • Proporcionales oportunidades para que ejerciten el cuerpo y la mente. Una caminata moderada, un club social y una conversación interesante les ayudarán a sentirse bien consigo mismos.
  • Intégralos en los momentos familiares. Que sientan que aún son parte de la acción.

Los consejos para proteger su integridad física son:

  • Permite que se ejerciten. Esto hará que se sientan en control de sus cuerpos.
  • Mantén la casa libre de objetos que pueden provocar caídas y colocar barandas donde se crea conveniente, como en los baños.
  • Cuenta con una buena iluminación en la casa
  • Promueve y ayúdalos en su aseo personal. Esto los hará sentirse mejor y evitará infecciones.

Está demás decir que, con la actitud correcta y el compromiso, podremos ampliar y mejorar los consejos. Lo considero una necesidad urgente para ser una sociedad más justa y preparada para una población de adultos mayores que está creciendo.

ESTADÍSTICAS

Las estadísticas nacionales (INEI, 2016) nos cuentan que en la década de los 50’s, de cada 100 peruanos, 42 eran menores de 15 años. Hoy en día, solo 28 de cada 100 son menores de 15. Esto quiere decir que hay menos niños y los adultos son la base de la población peruana.

Por otro lado, el 40,0% de hogares peruanos alberga a un adulto de 60 a más años. En el 25,6% de hogares un adulto mayor es cabeza del hogar. De todas las mujeres a cargo de sus hogares, 32,7% son adultas mayores. Mientras que de todos los hombres a cargo de sus hogares, 23,1% son adultos mayores.

Personalmente tengo la bendición de contar con mis cuatro abuelitos, cuyas edades bordean los 70 y 80 años. Afortunadamente, salvo por un accidente o achaque, están bien de salud y viven sus vidas de la manera que les gusta. Como nieto no puedo sino estar muy agradecido por sus vidas. Y es que, en un momento determinado, mi hermana y yo gozamos de su cuidado y fue fenomenal. A su respectivo modo, Luisa y Guadalupe (abuelitos paternos) y Herminio con Prema (abuelitos maternos) me mimaron, me consintieron, me educaron y me amaron. Los cuatro juntos me hacen el nieto más afortunado del mundo.

Sin embargo, reconozco que mis quehaceres diarios me impiden pasar tiempo con ellos, pero mientras los tenga con vida no es tarde. Los buscaré y daré lo mejor de mí para que sepan que lo mucho que hacen por nosotros se paga con mucho amor y atención.

Este tema sobre los adultos mayores me toca muy en lo profundo. Mi padre se acerca a los 60 años y mi madre ya tiene 45 años. Ambos de algún modo u otro ya están sintiendo los efectos de la edad. El amor que les tengo me lleva a aceptar las necesidades que tendrán en unos 20 años. Quiero estar listo para ellos.

¿Y tú?

 

Deja un comentario